Siempre se habla de la
posibilidad en el futuro de las llamadas Guerras del Agua. ¿Pero por qué? Este es un recurso cada día más escaso, no
porque disminuya su cantidad en la Tierra, sino porque la población humana no
deja de crecer a una velocidad vertiginosa y, por lo tanto, las necesidades de
agua también. Pero, además de la cantidad, también existe el problema del lugar:
el agua no está siempre donde nosotros/as queremos, y, en lugar de ir hacia ella,
hacemos que venga a nosotros/as, por ejemplo con cultivos de regadío en zonas áridas.
¿Cómo solucionarlo? El hombre
ha aprendido a hacer embalses y a desviar cauces. Todos/as conocemos sus
desventajas, pero nunca parecemos tener suficiente agua, así que se siguen
construyendo más presas, se planean trasvases y similares. En el caso de las
aguas que atraviesan fronteras políticas la cooperación se torna
imprescindible. En este momento es cuando interviene la diplomacia del agua (según
la Organización de Naciones Unidas, existen más de 3.600 tratados en los que se
acuerda la explotación de dichas aguas, pero no siempre la colaboración se
produce fácilmente).
En Turquía se ha llevado a cabo
el Proyecto del Sureste de Anatolia (GAP, como es conocido en sus siglas
turcas), que consiste en la construcción de 22 embalses y 19 hidroeléctricas,
entre otras actuaciones, en los ríos Tigris y Éufrates, que continúan su curso
por Siria e Irak. El GAP ha provocado
que el caudal se haya reducido de 40.000 a 11.000 millones de metros cúbicos a
su paso por estos dos países, y es
previsible una disminución mayor en el futuro, dado que todavía no se han
construido todas las presas previstas. Otro ejemplo de falta de cooperación es
la Guerra del Agua: conflicto entre Israel y Jordania por el caudal del Jordán
durante los años 60, y que terminó con la firma de un tratado entre los dos y
la promesa por parte de Israel de mantener un caudal constante para sus
vecinos.
La gestión de las aguas son
planes llenos de dificultades, y en estos casos se multiplican. La cooperación
y la buena voluntad son básicas, pues se trata de un recurso imprescindible
para la supervivencia humana. Existen numerosos casos de colaboración más
pacífica, como en el caso del Rin, que atraviesa seis países. Todos ellos han estado
de acuerdo en explotarlo, hasta tal punto que solo conserva el 7% del bosque de
ribera original.
El aumento de los requerimientos
de agua y su contaminación hacen que las Guerras del Agua cada día sean más
cercanas, a pesar de los tratados de colaboración. Por ello lo prioritario debe
ser utilizarla de la forma más eficiente posible.
Natalia Funes
Natalia Funes
Muy interesante.
ResponderEliminarMe alegra mucho que te haya gustado, María. Muchísimas gracias por comentar.
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