jueves, 4 de agosto de 2011

Un pequeño momento crucial

Desde el inicio de la era industrial, la actividad humana ha emitido a la atmósfera 200.000 millones de toneladas de dióxido de carbono de más. La atmósfera ya contiene cerca de 800.000 millones de toneladas de dicho gas, es decir, el doble de carbono que durante la última gran glaciación, y un tercio más que las precedentes eras interglaciares. Este excedente no proviene de los ciclos naturales, sino que es el resultado de que las sociedades industriales hayan quemado existencias gigantescas de carbón y de petróleo, energías fósiles que se han constituido durante 500 millones de años.

El sistema climático se encuentra alterado mientras se adentra en una nueva fase. Desde el inicio de la era industrial hemos entrado en la era del Antropoceno, caracterizada por una intervención masiva de la humanidad en los ecosistemas.

No obstante, si se hace el esfuerzo se podrían estabilizar los hielos árticos y evitar que el nivel del mar se elevase dos metros a finales de este siglo. De media, de aquí al año 2050 cada habitante de los países industrializados debería emitir veinte veces menos que en la actualidad (cuanto más rápido lo consiga cada uno, menos carbono se acumulará en la atmósfera). Huelga decir que el balance actual del Protocolo de Kioto es insuficiente, incluso distinto del esperado después de ver la gravedad de la crisis climática.



En resumen, diremos que el ser humano, como extractor infatigable de las materias primas que la Naturaleza ofrece, se ha convertido en una potencia capaz de interferir en los grandes ciclos del planeta, transformar la organización de la biosfera y provocar un calentamiento global que amenace a la civilización.

Es hora de variar nuestro destino.

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