lunes, 29 de octubre de 2012

Nunca más, nunca máis

El próximo 13 de noviembre se cumplirán diez años desde uno de los mayores desastres ecológicos de la historia: el desastre del Prestige. Dicho buque petrolero iba cargado con 77.000 toneladas de petróleo que impregnaron las costas desde el norte de Portugal hasta las Landas de Francia. Especial influencia ecológica (y política) tuvo en la Costa de la Muerte, Finisterra (Galicia). Muchos/as de nosotros/as recordaremos los episodios dramáticos que se vivieron allí durante meses para limpiar las piedras y las aguas oceánicas del llamado chapapote.
 
 
El buque, según aseguraron fiables documentos, llevaba semanas de bastante inestabilidad a la hora de navegar. Fue en frente de las costas gallegas cuando, debido a unas olas que alcanzaban los diez metros de altura, solicitó el rescate marítimo. Pero dicho rescate no fue todo lo bien que se esperaba: los equipos de rescate no contaban encontrarse con un temporal tan adverso, pero sobre todo no esperaban toparse con una tripulación tan inexperta y poco profesional como la que tripulaba el Prestige.
 
Todo ello detonó lo inevitable. Una grieta en el centro del buque provocó la primera fuga de petróleo a las aguas que rodeaban el Prestige. Horas más tarde, y debido al aumento progresivo de la grieta, la embarcación terminó partiéndose en dos y hundiéndose a más de 3.000 metros de profundidad. Su cargamento convirtió en negro lo que hasta aquel momento había permanecido azul durante miles de años.
 
 
Resulta indudable pensar que la culpa de todo esto la tuvo en Prestige, pero no por ello hay que quitarle responsabilidad política al por aquel entonces Gobierno de España. Por supuesto se trataba del Partido Popular (PP). Primeramente Manuel Fraga, el entonces Presidente de la Xunta de Galicia (y ya fallecido, por la gracia de Dios), se desmarcó con unas declaraciones en las que argumentaba que el desastre del Prestige no acarrearía consecuencia ecológica alguna. Claro, días después José María Aznar, Presidente del Gobierno, tuvo que reconocer que existieron "errores de apreciación". Benditos errores que tuvieron como consecuencia actuar con menor rapidez ante lo que se le venía encima al pueblo gallego.
 
Las posteriores acciones significaron lo único positivo de esta historia. Miles de voluntarios se sumaron a la causa de borrar lo imborrable y de recuperar lo por siempre perdido. Hasta las Fuerzas Armadas fardaron de llevar a cabo una de las pocas labores humanitarias de su historia. Todo fueron detalles que quizá crearon algo de conciencia para un futuro, quizá la misma conciencia que nos hace recordar aquellos meses diez años después.
 
Nunca máis.
 

2 comentarios:

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