sábado, 10 de septiembre de 2011

Privilegio para algunos

Según Wikipedia, se denomina Tren de Alta Velocidad (TAV) a aquel que alcanza velocidades superiores a 200 km/h sobre líneas existentes actualizadas, y 250 km/h sobre líneas específicamente diseñadas a tal efecto.

Su elevada velocidad le permite competir con el transporte aéreo para distancias medias, del orden de los cientos de kilómetros. En todos los casos se tratan de vehículos y vías férreas desarrolladas en forma unitaria, dado que las velocidades alcanzadas requieren de técnicas específicas.

No obstante, de lo que parece que se olvida Wikipedia en su artículo es de que también pueden obtenerse consecuencias contraproducentes según avanza su progreso.

Se sitúa al TAV como avance imprescindible para la potenciación del modelo económico y social del país. Pero lo que pocas veces se plantea es si todo esto, y los constantes avances tecnológicos, mejoran realmente nuestras vidas, nos posibilitan una existencia más digna y libre, y si nos ayudan en nuestro crecimiento personal y colectivo. Por el contrario, se puede opinar que el imperante desarrollismo nos aleja de nuestras necesidades vitales, creando seres cada vez más dependientes y despegados. Es el eterno debate entre la diferencia de clases.





Cada época ha tenido su ritmo, su tren. Cada cambio ha afectado al modo de vida de la población y no descubriremos nada al afirmar que el ferrocarril y el automóvil transformaron radicalmente la configuración del espacio y el tiempo sociales, modificando ampliamente la visión del mundo y la percepción de las cosas. Una visión bastante diferente dependiendo de los ojos que utilices y de lo que te pesen los bolsillos.

Quien haya hecho uso del mismo se habrá dado cuenta de que no es un medio abierto a todos, ni a sus salarios. Llegas antes, llegas más cómodo, pero te gastas el triple. Une ciudades grandes, dejando inutilizadas a las antiguas estaciones de tren que hacían que los pueblos tuvieran comunicación nacional. La gente emigra, abandona su entorno rural y ello provoca la expansión de las primeras.



Klaus Schwab, presidente del Foro Económico Mundial, dijo que estábamos pasando de un mundo donde el grande se come al pequeño a un mundo donde los rápidos se comen a los lentos. Excelente definición de la línea de separación de clases. La nueva burguesía dista de ser la “clase ociosa” de antaño. Sus miembros son “los rápidos”, las minorías que van en TAV. Los asalariados cuya jornada laboral se ralentiza por culpa del transporte son los “lentos”, todos los que no recurrirán en su vida a la alta velocidad sino en contadas ocasiones. Para los primeros el TAV es un privilegio; para los segundos, una penalización disfrazada de derecho.






A mí solamente me llega para el autobús.

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